Tradicionalmente, como en muchos países, se criaba un cerdo en cada familia para hacer toda la curación del año. Sin refrigeración, permitían comer carne durante todo el invierno, por lo que el pastor de Cerdeña llevó su salchicha o pancetta a la montaña, una garantía de un aporte de proteínas que podía durar semanas. Por tanto, el cerdo está muy presente en la gastronomía sarda. ¿Quién no se ha derretido ya delante de un cochinillo en un asador? ...
Ayoooo!